Este fin de semana nos tocó hacer las maletas con destino a Zaragoza. Teníamos un evento: el bautizo de mi sobrina. He de reconocer que cada vez me da más pereza esto de moverme; y es que no es lo mismo viajar con un niño que con dos. Primero, porque no es fácil que se duerman a la vez; si uno descansa, el otro decide tararear, o llorar, o cualquier otra actividad que probablemente despierte al otro.
Y segundo, porque no es igual sentarse en la parte trasera del coche cuando sólo hay una silla reglamentaria que cuando hay dos. En este último caso acabas con el trasero dolorido por la falta de espacio. Y si a eso le sumas la “tragedia” de que en la ida se estropee el DVD, entonces el viaje se convierte en una odisea. No sé si recordáis un post en el que os contaba que el dichoso aparato es vital para viajar con peques.
No sé qué tienen que les engancha.
Bueno, vamos al grano, al bautizo. Como todos los eventos a los que hay que ir con niños, la “previa” en casa es algo estresante. Es presumible que elijas la opción de preparar a los críos antes de vestirte para no mancharte o evitar sudar la gota gorda, pero eso significa que luego tendrás que arreglarte en tiempo récord y olvidarás los pendientes o irás despeinada. Y más, si el acontecimiento es a las cuatro de la tarde. En fin, que hubo que adelantar comidas y siestas a los enanos; todo muy relajante.
Como siempre, es imposible que se estén quietecitos en la Iglesia.
En cuanto a mi modelito, no me compliqué nada. El mismo vestido de Zara que llevé al bautizo de Alfonso hace casi tres años (foto abajo) y unos zapatos de Stradivarius de hace 6 temporadas.
Lo más rollo fue que el convite no era hasta las 7 y media de la tarde, así que hubo un tiempo muerto entre la celebración religiosa y la gastronómica en el que optamos por ir a una terracita con parque cerca del restaurante, que para Alfonso fue perfecto. Sin embargo, a Rafa lo tenemos en ese punto en el que, o bien camina si le sujetas con las manos, con el consiguiente dolor de espalda, o bien gatea, y no puedes dejarle que lo haga en cualquier sitio…
En fin, ahora soy madre y, en vez de estar pensando en llegar al restaurante por comer algo o tomar unos refrescos, estaba deseando ver el local por si tenía el suelo medianamente limpio para “soltar” a Rafa a sus anchas, ¿pensáis ahora también en estas cosas?
Y no sólo el suelo del salón donde cenamos estaba impoluto, si no que la zona de la terraza tenía césped artificial, ¡más que superadas mis expectativas!
2 Comentarios
María
5 noviembre, 2014 at 10:21 amEn qué restaurante lo celebrásteis, tengo que celebrar el bautizo de mi hijo pronto. Es por coger ideas.
gracias.
nosoyunadramamama
5 noviembre, 2014 at 3:22 pmufff, no recuerdo el nombre!!! A ver si esta noche le pregunto a mi marido y te puedo decir algo! Un besin
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